viernes, 29 de agosto de 2014

America Latina y la Guerra fria







Tras la caída del régimen nacional socialista de Hitler, el mundo quedó dividido entre las democracias liberales capitalistas, Estados Unidos y el Reino Unido, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sus aliados, cuya figura fue Joseph Stalin. Había nacido la Guerra Fría que determinaría la historia humana todo el siglo XX, desde Corea a Viet Nam, desde Angola a Cuba, desde Chile a Nicaragua.


Esta división del mundo en dos polos políticos, económicos y militares tomó la forma explícita de un muro en Berlín en la década de los sesenta. Para todas las naciones del orbe existieron dos formas de organizar la sociedad: Capitalismo o Socialismo. las grandes potencias se encargaron de administrar en todo el planeta el equilibrio nuclear que en la jerga de la época se llamaba MAD (Mutual Assured Destruction) y cuyo punto más álgido fue la crisis de los misiles en territorio cubano en octubre de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de su destrucción.


Al examinar retrospectivamente la segunda mitad del siglo XX en lo que concierne a América Latina, se puede advertir que, con la excepción de Cuba, todo el continente fue convertido a sangre y fuego en zona dólar o patio trasero (Backyard) de Estados Unidos. De hecho, así como Stalin sometió a sus aliados por la fuerza de las armas Washington hizo exactamente lo mismo, instalando dictaduras militares en todo el continente, cuando no, invadiendo territorios abiertamente como en República Dominicana o Panamá.


Para desgracia de los latinoamericanos, todos sus problemas históricos y sociales fueron teñidos por la oposición planetaria de la Guerra Fría. De este modo, todo reclamo democratizador frente a sociedades tan injustas como arcaicas, con un profundo sentido oligárquico, se vio envuelto en la oposición capitalismo versus socialismo, propio de ese periodo histórico.


La forzada dicotomía entre el mundo capitalista y el mundo socialista, propio de la Guerra Fría, es hoy opacada por la contradicción histórica entre sociedades oligárquicas excluyentes y sociedades democráticas y participativas.


El imperativo político latinoamericano, en la hora actual, no es otro que avanzar hacia formas democráticas capaces de acabar con la insultante miseria y desigualdad de los más, formas democráticas en que los derechos humanos y las libertades civiles y el pluralismo sean una realidad tangible.

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